“Es la calle donde transcurre el fragmento más significativo de la fotografía de Joaquín Cortés. La calle como un espacio abierto, siempre sorpresivo y variable. Allí su obra se establece desde los parámetros del documentalismo social pero el sentido compositivo será depurado, concentrándose en pocos elementos para ahondar en la soledad del hombre citadino y contemporáneo” (Joaquín Cortés).

Joaquín Cortés: “Las fotos aparecen”

30 • marzo • 2020

Alejandro Sebastiani Verlezza

Me parece que Joaquín Cortés (1938-2019) siempre ha sido un fotógrafo con resistencias a teorizar sobre su oficio. En las entrevistas que dio y en sus encuentros con el público –al menos en los que estuve– valoraba siempre la espontaneidad, la naturalidad para encontrarse con las imágenes. A lo sumo, en estos encuentros, podía ofrecer sus experiencias y anécdotas, divertidas, irónicas, pero manifiestos, o definiciones, pocas, muy pocas, por no decir que casi ninguna. En este sentido está Cortés más cerca del Henri Cartier-Bresson de Fotografiar al natural (sin duda uno de sus maestros). Tal vez, plantado así en el mundo, Cortés podía presentir con creciente intensidad la libertad del transeúnte que se vuelve, a la larga, el testigo de su tiempo. Sin duda un maestro.

Documentalista, cineasta, fue el primer autor que La Cueva publicó en su serie dedicada a los Premios Nacionales de Fotografía (2015). Cabe destacar que esta entrevista se hizo al año siguiente y estará dividida en al menos tres entregas.

 Alejandro Sebastiani Verlezza: Hubo viajes en tu infancia, hasta que llegaste a Venezuela en la década del cincuenta.
Joaquín Cortés: El viaje fue en función de mi padrastro. Era músico y formaba parte de una orquesta que estuvo viajando por Latinoamérica y se enamoró de Venezuela. Se quedó aquí y nos pidió a mi mamá y a mí que viniéramos y aquí vinimos.

ASV: Antes de la fotografía, ¿a qué te dedicabas?
JC: Hice muchos trabajos. Trabajé en tapicería de carros, vendiendo equipos de casa, pulidoras y esas cosas, en fin, la más variada clase de trabajos. Eso fue interesante porque me permitió conocer bien a la gente. También preparaba moldes para plásticos, artesanías, cosas delicadas, que requerían detalles, porque estuve en una escuela que dependía de una organización de oficios. Estudié ahí dos años…

ASV: Pero ya estabas interesado en la fotografía…
JC: Estaba interesado, no había hecho fotografía, pero me atraía. Yo vivía en una zona de Barcelona en la que había muchas casas de fotografía. De esas que tomaban fotos a la novia, o a un boxeador, y las ponían en la vitrina. Y yo pasaba por esos lugares y me encantaba la idea de poder hacer fotos. Y aparte de eso el barrio era muy colorido, me encantaba la idea de poder tomar fotos de esas gentes y meterlas en un papel, convertirlas en fotos. Pero no tenía una filosofía ni mucho menos, era una atracción natural hacia eso.

ASV: Natural, espontánea…
JC: Por cierto que he pasado años después por esas tiendas y he visto lo pequeñitas que son en realidad. Yo me las imaginaba en mis recuerdos como lugares grandes y eran muy pequeñas. Me encantaba ver las cámaras, contemplarlas, los escaparates. Pero no pasaba de ahí. Fue después de unos años, en Venezuela, que pude tener la cámara y hacer fotos.

ASV: Cuéntame de tus estudios con Juana Sujo…
JC: Yo terminé mis dos años de estudios con Juana y me fui a Alemania, porque quería estudiar cine. Se me hizo la idea en la cabeza de que, llegando a Alemania, iba a ser exitoso. Consideré la posibilidad de estudiar allá, pero bueno, eso no se dio. Estuve ahí un tiempo y al regreso es que decidí entrar a la fotografía de forma más intensa. Ya había tomado fotos, porque me habían prestado una camarita, pero no tenía mi propio equipo. En Alemania me fascinó aquello, me pareció increíble poder tomar fotos, pero no tenía cómo tomarlas. Entonces decidí que no iba a estar sin una cámara y ahí fue cuando entré en ese proceso.

ASV: ¿Y cómo fue tu viaje en barco?
JC: Fueron varios, varios meses. Fui para allá en un barco carguero alemán, estuve en Hamburgo y Bremen dando vueltas, me encantó, tanto que me parece que tengo que ir otra vez a tomar fotos. Me encantaría tomar fotos en Alemania, no sé por qué. Es una fijación que tengo, como una frustración. Entonces fue después de eso que decidí qué quería hacer, tomar fotos, pero yo no sé qué es lo que pasa en el fondo, eso lo sabe la gente que las ve, yo me limitó a tomarlas y a mostrarlas, no hay una intención de decir voy a hacer esto, no sé muy bien lo que está pasando, en el sentido de que no hago un análisis sociológico, ni nada de eso. Simplemente me atrae lo que veo y lo quiero fotografiar, no hay más nada.

ASV: Más nada.
JC: Sí, porque en mi caso es ahí donde está el asunto, es decir, ¿por qué tomar una foto? Bueno, porque te atrae. ¿Y por qué te atrae? Porque tiene algo que ver con tu vida, con tus experiencias, con todo. Y yo reacciono a eso. Las fotos aparecen y uno las toma.

ASV: ¿Pero debe haber algún punto de partida?
JC: Yo parto de lo opuesto a lo que decía Ansel Adams. Ansel Adams decía “usted construye la foto” y yo considero que yo no quiero construir nada. Yo quiero llevar al espectador algo que a mí me ha impresionado, ya sea por la forma, porque no todo es contenido, sino que hay forma. Yo creo que tiene que haber un equilibrio entre la forma y el contenido. Entonces trato de llevarle a los espectadores eso que me ha impresionado. Es tan sencillo como eso. No hay más. La forma es importantísima, la geometría, eso es básico. Sin eso no hay foto. Puede haber la foto más dramática, pero si no tiene forma no hay foto; o sea, si no hay una estructura geométrica que permita organizar eso que está allí, no hay foto. Hay un hecho reproducido, pero eso no significa.

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