Esta reflexión de Rafael Castillo Zapata celebra las virtudes de Fotografía impresa en Venezuela. El libro de Sagrario Berti y Ricardo Báez –editado con La Cueva– fue hace pocas semanas incluido en la “Jurors’ Special Mention-Book About Books” de Paris Photo y Aperture Fundation. Cabe destacar que investigaciones como las de Berti y Báez se circunscriben dentro de una tendencia mundial: los “libros sobre libros” son un género en sí mismo, capaz de reunir y darle sentido –estético, político– a imágenes provenientes de distintas publicaciones impresas. En la lista de Paris Photo-Aperture aparecen con Berti y Báez los siguientes títulos: Queer Publishing: A Family Tree (Bernhard Cella y Orlando Pescatore, Salon für Kunstbuch, Vienna); Czech and Slovak Photo Publications, 1918–1989 (Manfred Heiting, ed.; Steidl, Göttingen, Germany); How We See: Photobooks by Women(Russet Lederman, Olga Yatskevich, Michael Lang, eds.; 10×10 Photobooks, New York); Camera Austria International: Laboratory for Photography and Theory (Museum der Moderne Salzburg, Spector Books, Leipzig, Germany); Dr. Paul Wolff & Tritschler: Light and Shadow-Photographs 1920 to 1950 (Hans-Michael Koetzle, ed., Kehrer Verlag, Germany); Inner World: Modern Argentine Photography 1927–1962 (Facundo de Zuviría, Fundación Malba, Buenos Aires). ASV.

El dispositivo escénico de Berti y Báez

21 • octubre • 2019

Rafael Castillo Zapata

Kandinsky mistificó la imagen visual con la intuición de la sinestesia: escuchó el sonido del color en la música del lienzo. Me parece recordar que, incluso, habló de la voz interior que resuena en la piel de la pintura y su espesura extensa, intensa. No recuerdo, en cambio, si le interesó el olor de los colores, si se preocupó  por la tensión de lo táctil en la pasta repartida. De hecho, el óleo fresco, la trementina, los aceites despiden un lento aroma que se reitera cierto tiempo en la carne impregnada de la tela. La tinta espesa abruma con el vapor de sus resinas en las páginas de ciertos libros con imágenes impresas.

Lo primero que uno percibe al tener entre las manos un ejemplar de Fotografía impresa en Venezuela es, precisamente, el potente, imponente olor de la grasa gráfica que despiden sus páginas espesas. Páginas tan densas que pareciera que los dedos fueran a mancharse al repasarlas.

La sabiduría de Ricardo Báez, su mano diestra, cargó las tintas en el diseño de un libro que habla sobre la imagen escrita en los libros sobre fotografía (en Venezuela): ligó analógicamente y con preciso bucle deíctico la tinta negra de lo impreso con el negro tinte de la foto. Negro sobre negro: esto no es otra cosa que un libro impreso sobre la fotografía impresa (en Venezuela). Ni más ni menos: tinta esparcida con la intención de mostrarse tinta, entintando páginas impregnadas de reproducciones fotográficas que exudan el violento aroma de sus gamas. Reproducción de reproducciones, el libro de Sagrario Berti escribe sobre lo escrito, literatura en segundo grado, palimpsesto de palabras impresas sobre palabras impresas, tinta sobre tinta, imágenes verbales (impresas) sobre imágenes visuales (impresas), doblemente ensimismada, literatura de la literatura (fotográfica). Se entiende entonces que la tinta pese. Diseño y contenido calzan, se conjugan hábilmente, material y literalmente, en una orquestación casi perfecta. Danza, contradanza, diálogo, reflejo y réplica: ritmo. El libro se lee mirando la imagen y la letra, descifrando los vasos comunicantes que los irrigan; se cuenta y se recuenta (se hace la cuenta y se echa el cuento de) la historia de la fotografía impresa (en Venezuela), la historia de los libros (y folletos y pasquines y revistas y fanzines) que han tenido, entre nosotros, la fotografía como objeto, y el objeto fotográfico nos sale constantemente al paso, expreso, entre los pliegues derramados del texto crítico, impreso.

Cuerpo a cuerpo, la memoria de la imagen fotográfica impresa, dicha y redicha, palabreada (en Venezuela), toma cuerpo, pues, en un objeto pleno que ocupa un lugar en el espacio como una suerte de escultura a la vez sólida y flexible; una escultura de papel que se ve y se huele a la vez, en la oscura melodía que conciertan la pulpa pálida de las páginas de los libros de fotografía de los que Berti escribe (en Venezuela) con sus fotografías impresas, negras, y el negro parergon que las rodea, dispuesto por Báez como borde para lograr un orbe que se dobla sobre sí mismo y se refleja en su reflejo, negro sobre negro, gráfico ouroboros.

El libro de Báez y Berti aborda el complejo panorama de la fotografía impresa en Venezuela entre 1940 y 2016. Se trata de un trabajo arqueológico, de registro y de archivo: una antología visual y textual de los principales objetos de papel donde ha aparecido impresa la fotografía como protagonista esencial del contenido (libros temáticos, coffee table books, catálogos, revistas especializadas o que dedicaron buena parte de sus páginas a reproducir dossiersfotográficos de autores o de motivos diversos, como reportajes fotográficos en sí mismos o como ilustración de reportajes periodísticos). La razón de ser de este arqueo está vinculada al deseo de Berti de incorporar a Venezuela a la ola creciente de publicaciones sobre la investigación histórica acerca del “libro ilustrado con fotos”, cuya manifestación más contundente bien podría ser el libro de Martin Parr y de Gerry Badger: The Photography: A History (2004), en tres volúmenes; para Berti, este libro es la “cápsula germinal que ha impulsado el desarrollo de metodologías teóricas para diseccionar la estructura narrativa, visual y textual de impresos con imágenes”.

Haciéndose eco de estas nuevas teorías y metodologías,  Fotografía impresa en Venezuela añade, pues, una importante –y desde ahora imprescindible- pieza al vasto rompecabezas de la historia de la fotografía mundial, colocando a nuestra producción fotográfica en una posición privilegiada gracias a la contundencia crítica y visual del dispositivo escénico creado por Báez y Berti para hacerla visible y ponerla, sólida, a valer.

Junio-septiembre, 2019.

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